JOSÉ CLEMENTE OROZCO, CORTÉS Y LA MALINCHE

SIGLO XIX

En seguida el cacique y los principales se presentaron con regalos, y entre ellos le hicieron á Cortés uno de inestimable importancia, cual fué la célebre Doña Marina, que vino entre veinte esclavas que le dieron para hacer tortillas. Esta mujer, conocida vulgarmente con el nombre de la Malinche, que tanto contribuyó á la conquista [...]

Moctezuma saludó á Cortés con agasajo, felicitándole por su llegada, y recibió un collar de vidrios de colores que aquel le echó al cuello, á cuyo obsequio correspondió luego con otro de mayor valor y encargando á su hermano, el señor de Iztapalapa, que acompañase á Cortés, él mismo se adelantó á esperarle en el alojamiento que le tenia destinado, que era el palacio de su padre Axayacatl que estaba en la calle de Santa Teresa, y se extendía hasta la del Indio triste.

Refiere Cortés que murieron más de doce mil mexicas; pero en medio de los gritos del combate y cuando el barrio ardía ya devorado por las llamas, siempre se oía pavoroso el ronco sonido del caracol de Cuauhtemoc rugiendo guerra. Su tenacidad parecía increíble a Cortés: ya le había mandado como embajador de paz a uno de sus dignatarios hecho prisionero, y la respuesta fue mandar sacrificarlo.

Representa un episodio de aquella feroz carnicería llevada a cabo traidoramente por Cortés, a causa de la denuncia hecha por la fatal Doña Marina, su barragana y su espía. Dos soldados españoles [...] altos, pálidos, de catadura feroz y cruelísima, acaban de asesinar en el atrio de un templo o en el patio de un palacio a hombres, mujeres y niños, cuyos cadáveres yacen ensangrentados acá y

acullá; los han despojados de ricas alhajas de oro que examinan con mirada codiciosa, teniendo aún en la mano y tinta en sangre la espada asesina. Una india joven, aterrada hasta el estupor, hasta el tedio, se ve en primer término [...]. Y luego, en segundo término los muros de un vasto edificio, las estatuas aztecas, las calles, escombros, algo en que se adivina la destrucción y la matanza.

Tales fueron las débiles fuerzas con que Cortés acometió derribar él imperio megicano y sojuzgar toda la Nueva-España, pero si ellas eran cortas para tal empresa, á todo suplía la capacidad del capitán. Cortés tenia entonces de 33 á 34 años: en la flor de la edad, ambicioso de gloria y de riquezas, multiplicaba los recursos con su ingenio y á este solo le debió el éxito de su empresa

Lucas Alamán, 1844

Portada de José Guadalupe Posada, Hernan Cortes ante Moctezuma, Biblioteca del niño mexicano, 1900

Lucas Alamán, 1844

Moctezuma recibe a Cortés, Juan Ortega, 1885, INBAL MUNAL

Guatimocín, último emperador de Méjico y su esposa son presentados prisioneros ante Hernán Cortés. Eusebio Valdeperas, 1866. Museo de Historia de Madrid

Alfredo Chavero, 1884

La matanza de Cholula, Félix Parra, 1877, INBAL MUNAL

Ignacio Manuel Altamirano, 1883

Desfile histórico con motivo de los festejos del Centenario de la Independencia, anónimo, 1910. (Hernán Cortés)

Lucas Alamán, 1844

La Malinche, Jesús Helguera (colección de calendarios IIE-UNAM)

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