JOSÉ CLEMENTE OROZCO, LOS FRANCISCANOS

SIGLO XIX

La cruz era el árbol del sol, la deidad de las lluvias. Fijémonos en esta sola idea: la religión cristiana se distingue de las muchas religiones que han tenido el culto de la cruz, en que éstas adoraban la cruz sola, y aquélla tiene el Crucifijo, y en ella es la cruz símbolo de redención. Pues bien, los nahoas ni tuvieron el Crucifijo, ni para ellos fué la cruz símbolo de redención, sino simplemente deidad de las aguas, y símbolo de los grandes períodos cronológicos. Se ve que ni la cruz prueba el cristianismo entre los indios.

Representa al nobilísimo defensor de los indios, al sublime fraile humanitario que consagró su vida a defender a los vencidos contra la bárbara crueldad de los vencedores. El P. Las Casas entra en un teocali y se presenta a su vista un espectáculo pavoroso y desgarrador. Al pie del ara en que se levanta todavía el ídolo azteca y que permanece adornada con la cadena de flores que acababa de depositar

allí la mano del infeliz e ignorante adorador indio, yace el cadáver de éste, traspasado por las espadas españolas. [...] Una infeliz india [...] se abraza a los pies del apóstol como demandando protección y éste, teniendo en las manos la cruz, la cruz del verdadero evangelio, símbolo de la bondad y del perdón, levanta los ojos al cielo, con una indignación sublime como una queja inmensa.

Alfredo Chavero, 1884

México a través de los siglos 2, portadilla

Ignacio Manuel Altamirano, 1883

Félix Parra. Fray Bartolomé de las Casas

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