FERMÍN REVUELTAS, ALEGORÍA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE

SIGLO XX

[…] el pintor comunista Fermín Revueltas, que parece responder a la [obra] de Alva de la Canal afirmando que aquella cruz plantada en estas tierras se transfiguró en una Virgen indígena, cuya representación alude por su geometría a una pirámide prehispánica conformada fundamentalmente de mujeres —maternidades, frutos de la tierra— y donde se muestra la diversidad racial que tanto valora Vasconcelos y por donde asoma el paisaje del altiplano mexicano.

Diez años después de conquistada el agua, el monte, la ciudad de México, cuando ya estaban depuestas las flechas y los escudos, cuando por todas partes había paz en los pueblos, sus aguas y sus montes. Así como brotó, ya verdece, ya abre su corola la fe, el conocimiento del Dador de la vida, el verdadero Dios.

Y al llegar cerca del cerrito, donde se llama Tepeyac, ya relucía el alba en la tierra. Allí escuchó cantar sobre el cerrito, era como el canto de variadas aves preciosas. Al interrumpir sus voces, como que el cerro les respondía. Sobremanera suaves, deleitosos, sus cantos aventajaban a los del coyoltototl y del tzinitzcan y a otras aves preciosas que cantan.

Y cuando llegó a la cumbre del cerrillo, contempló una noble Doncella que allí estaba de pie, Ella lo llamó para que fuera juntito a Ella. Y cuando llegó frente a Ella, mucho le maravilló cómo sobrepasaba toda admirable perfección y grandeza: su vestido como el sol resplandecía, así brillaba. Y las piedras y rocas sobre las que estaba, como que lanzaban rayos como de jades preciosos, como joyas relucían. Como resplandores del arco iris en la niebla reverberaba la tierra. Y los mezquites y los nopales y las demás variadas yerbitas que allí se suelen dar, parecían como plumajes de quetzal, como turquesas aparecía su follaje, y su tronco, sus espinas, sus espinitas, relucían como el oro.

Y luego Juan Diego subió al cerrito, y cuando llegó a la cumbre, mucho se maravilló de cuantas flores allí se extendían, tenían abiertas sus corolas, flores las más variadas, bellas y hermosas, como las de Castilla, no siendo aún su tiempo de darse porque era cuando arreciaba el hielo. Las flores estaban difundiendo un olor suavísimo, eran como perlas preciosas, como llenas de rocío de la noche.

Y Juan Diego, en cuanto mostró en dónde había mandado la Señora del Cielo que se le levantara su casita sagrada, luego pidió permiso que quería ir a su casa para ir a ver a su tío Juan Bernardino, que estaba muy grave cuando lo dejó, y había ido a llamar a uno de los sacerdotes a Tlatelolco para que lo confesara y lo dispusiera, de quien la Reina del Cielo le había dicho que ya estaba sanado. Pero no lo dejaron ir solo, sino que lo acompañaron a su casa. Y cuando llegaron vieron a su venerable tío que estaba sano, absolutamente nada le dolía.

Y para realizar lo que pretende mi compasiva mirada misericordiosa, anda al palacio del obispo de México, y le dirás cómo yo te envío, para que le descubras cómo mucho deseo que aquí me provea de una casa, me erija en el llano mi templo; todo le contarás, cuanto has visto y admirado, y lo que has oído.

[…] los indios habían respondido siempre quemachca, 'sí', a las enseñanzas cristianas, porque veían que de ese modo los frailes aceptaban a su vez compromisos tales como fomentar un nuevo culto en el antiguo santuario de Tonantzin, en el Tepeyacac, o el de Santa Ana, la abuela de Jesús, en Chiauhtempan, Tlaxcala, donde siempre se había adorado a la diosa Cihtli, la también abuela de los dioses.

Revueltas es, entre nosotros, el único y muy digno representante de la tradición del paisaje mexicano, tal como la crearon los grandes pintores Velasco y Clausell. Su obra es más medularmente americana que la de tantos otros pintores que confundieron "asunto mexicano con plástica mexicana". Esta despreocupación del asunto, muy explicable, porque el pintor piensa en pintor,

no en literato o en político, ha tenido por resultado la imposibilidad de imponer tal obra en los aparadores de "Mexican Curios", al uso de los turistas, pero su falta misma de pintoresco superficial lo hará perdurar y apreciar de los amantes de la buena pintura, cuando tantas otras obras, actualmente en una cumbre de publicidad algo forzada, hayan sido reducidas a más justas proporciones.

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Fermín Revueltas, Alegoría de la Virgen de Guadalupe

Nican Mopohua, 1556

Fermín Revueltas, Alegoría de la Virgen de Guadalupe. Detalle

Nican Mopohua, 1556

Fermín Revueltas, Alegoría de la Virgen de Guadalupe. Detalle

Fermín Revueltas, Alegoría de la Virgen de Guadalupe. Detalle

Nican Mopohua, 1556

Fermín Revueltas, Alegoría de la Virgen de Guadalupe. Detalle

Fernando Leal, Milagro guadalupano

Nican Mopohua, 1556

Nican Mopohua, 1556

Fernando Leal, Milagro guadalupano

Nican Mopohua, 1556

Fernando Leal, Milagro guadalupano

Miguel León-Portilla, 1985

Fermín Revueltas, Alegoría de la Virgen de Guadalupe

Jean Charlot, 1927

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