VASCONCELOS... CÓDICES DEL NACIONALISMO

Este recorrido a vuelo de pájaro de los muros de San Ildefonso arroja luz sobre lo que será la primera interpretación de la Conquista, resultado de la relación entre los artistas, el intelectual y el funcionario público [Vasconcelos] [...] desde ese momento se convertirá en el códice público a partir del cual se formarán muchas de las ideas que sobre la Conquista nos hemos hecho las generaciones que los heredamos.

En San Ildefonso, con matices y acentos propios, a menudo sorprendentes, los muralistas logran expresar en parte, pero sólo en parte, lo que Vasconcelos se propuso al convocarlos: que para México la Conquista es un parto doloroso, pero un parto al fin, del que nace un pueblo (una raza, insistiría en decir el maestro) llamado a superar el trauma inicial de su nacimiento a través de la integración de sus contradicciones en un ente nuevo, que las contiene pero que está llamado a trascenderlas, porque su destino es constituirse en un nuevo ser, mejor que todos los que le han dado origen.

Vasconcelos vislumbra el fin de las diferencias étnicas y culturales a través de un proceso de fusión y mestizaje, idea a la que da forma finalmente en 1925 en su libro La raza cósmica […] La idea vasconcelista de la fusión de las culturas como camino de progreso y pacificación.

Alegoría de la Virgen de Guadalupe y Los danzantes de Chalma […] se reivindica a la más popular de las deidades sincréticas de México —y la más indígena, por cierto, y en la que Diego no repara— mientras en la segunda se hace referencia también a una festividad aparentemente cristiana pero con una profunda religiosidad indígena,

pues si a través de Guadalupe se venera a la Tonanzin, detrás del Cristo Negro de Chalma está Tezcatlipoca u Ometéotl, divinidad negra, fundador del mundo junto con Quetzalcóatl, de acuerdo a la cosmogonía tolteca, mientras la imagen del danzante ciego alude a Xipe Tótec, el desollado, asociado a aquella fuerza divina que interviene en la regeneración del maíz y en la guerra, como lo ha hecho notar Fernando Leal Audirac, hijo del muralista.

Los danzantes de Chalma, donde Fernando Leal expone el resultado de aquella matanza en el México de principios del siglo xx que, tras el Virreinato y la Independencia, resulta en el mestizaje racial y el sincretismo religioso, manifestado como la convivencia del mundo indígena con el cristianismo europeo, con sus múltiples préstamos y contradicciones.

[La obra de Alva de la Canal] animador destacado del movimiento estridentista, dialoga con la imagen guadalupana que recrea el pintor comunista Fermín Revueltas, que parece responder a la de la Alva de la Canal afirmando que aquella cruz plantada en estas tierras se transfiguró en una Virgen indígena, cuya representación alude por su geometría a una pirámide prehispánica conformada fundamentalmente de mujeres —maternidades, frutos de la tierra—y donde se muestra la diversidad racial que tanto valora Vasconcelos y por donde asoma el paisaje del altiplano mexicano.

[…] en Matanza en el Templo Mayor el artista francés recrea el crimen que Pedro de Alvarado comete en el epicentro de la ritualidad mexica y que termina por desencadenar la guerra frontal entre los invadidos y los invasores, que finalmente desembocará en caída de Tenochtitlan hace ahora quinientos años. […] representa a los agresores, acorazados en armaduras tan estilizadas que terminan por despojar de humanidad a quien las porta, y que encaramados en sus grandes caballos cargan con sus enormes lanzas contra indígenas indefensos, quienes lucen ataviados para una ceremonia donde destacan las flores y la joyería.

Este conjunto mural orozquiano [Cortés y la Malinche y Los franciscanos], pintado cuando Leal y Charlot acababan de concluir sus obras, termina por completar la representación de la Conquista en San Ildefonso, que desde ese momento se convertirá en el códice público a partir del cual se formarán muchas de las ideas que sobre la Conquista nos hemos hecho las generaciones que los heredamos.

[…] en el techo secundario de la escalera, mirando hacia abajo, como si se hubiese pintado en un lugar más íntimo, casi secreto —un poco con pudor, un poco con vergüenza— los cuerpos desnudos del Adán y la Eva de la nación mexicana: Cortés y la Malinche, de José Clemente Orozco — […] la imagen de Orozco de una Malinche sumisa, que aún esclavizada pretende alcanzar con la mano al indio muerto —gesto que el propio Cortés le reprende—,

reabre la herida: “La extraña permanencia de Cortés y la Malinche en la imaginación de los mexicanos actuales —escribiría Octavio Paz, quien estudió en la Preparatoria Nacional rodeado de esa lección de Vasconcelos y los muralistas— revela que son algo más que figuras históricas: son símbolos de un conflicto secreto, que aún no hemos resuelto.”

Orozco transforma la cruz en espada, en arma de dominación… se aleja del discurso oficial, del nacionalismo y el indigenismo, tanto como de la potente propaganda comunista que divulgaban Siqueiros, Rivera y Revueltas, e incluso de sus propios antecedentes, con Cortés y la Malinche en el centro, y nos propone una mirada de la historia radicalmente trágica.

Siqueiros hace su propia interpretación de la creación de México, lo que llamó Los mitos caídos, en referencia a la historia nacional, donde [citando a Irene Herner] “muestra la figura de un padre (patria) cargando a su hijo, un niño mestizo que simboliza al continente americano en brazos de San Cristóbal, que acaso evoca a Cristóbal Colón”

[...] patrocinado por el embajador de los Estados Unidos, Dwight Morrow, Diego Rivera acomete Historia del estado de Morelos, Conquista y Revolución, el guanajuatense toma definitivamente otro camino: con estos murales rompe definitivamente con el ideal de Vasconcelos de la “raza cósmica”, de la fusión de nuestra diversidad y la superación definitiva de nuestras contradicciones, para expresar la concepción de que la Conquista fue, esencialmente, la brutal destrucción de una civilización [...]

La imagen del feroz guerrero jaguar atravesando la armadura española y hundiendo su puñal de obsidiana en el cuello de un soldado de Cortés bien puede ser la despedida definitiva de Rivera del vasconcelismo y su utopía dela “raza cósmica”.

Vendrá después la coronación definitiva de la visión de Rivera sobre la Conquista, lo que sucederá cuando el artista tiene la oportunidad de fijarla en el corazón del poder político: en Palacio Nacional. […] Epopeya del pueblo mexicano […] los conquistadores representados en el palacio del poder son corruptos, crueles y grotescos, carentes de cualquier atributo [...]

El siniestro y malformado Cortés de Diego Rivera [...] desató en su tiempo cierta polémica; el propio Vasconcelos no dejó de reivindicar sin mucho éxito la figura histórica de Hernán Cortés […] lo cierto es que la visión de la Conquista de Rivera, y no la de Vasconcelos, fue la que prevaleció.

[…] el Tormento de Cuauhtémoc del Palacio de Bellas Artes […] no deja de ser una versión más de la saga de las pinturas dedicadas a los martirios que padecen los santos […] parte del díptico en el que aparece el Tormento; en Apoteosis de Cuauhtémoc se muestra al héroe mexica vestido con armadura hispana: en la imagen ha derrotado al hombre a caballo y trae en su mano derecha un mazo azteca. Para que el “Águila que cae” finalmente conduzca a su pueblo a la victoria, ha debido tomar del adversario su tecnología y convertirse, aunque sea en parte, en el otro […]

El conocimiento, la conciencia de lo que revelan los muros del Hospicio quema. La visión del pintor muestra un mundo que, más allá de las paredes, de la pintura y la arquitectura, en ese mismo momento histórico —aunque entonces todavía no se sabía hasta qué punto— ponía en marcha en Europa una maquinaria de destrucción cuya realidad hizo palidecer a cualquier representación artística de la misma.

Con su obra, Orozco nos invita a salir del hechizo de la melancolía que la historia […] y nos propone abrir los ojos a nuestro tiempo y tomar conciencia de nuestra realidad, de nuestro presente. Así nos devore el fuego.

[…] tendrían que pasar muchos años para que los indígenas dejaran de ser modelos arquetípicos para convertirse en protagonistas destacados del mundo del arte moderno […] que los pueblos originarios construyan hoy sus propias representaciones políticas y produzcan un arte nuevo, sean poetas en sus lenguas y traductores de su propia obra a otras […] cuestionen los conceptos —indio o indígena— que sirvieron para ocultar sus particularidades y retomen los gentilicios específicos propios para cada nación y comunidad […] y propongan caminos alternativos al modelo de desarrollo capitalista y nacional […] — ni extintos ni vencidos, sino en resistencia y en constante transformación—.

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Fermín Revueltas Alegoría de la Virgen de Guadalupe

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Fernando Leal, Proyecto final Los danzantes de Chalma

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Ramón Alva de la Canal El desembarco de los españoles y la cruz plantada en tierras nuevas

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Jean Charlot, Matanza en el Templo Mayor (proyecto), 1923

Eduardo Vázquez Martín, 2020

José Clemente Orozco, Cortés y la Malinche

José Clemente Orozco, Los franciscanos

Eduardo Vázquez Martín, 2020

José Clemente Orozco, Cruz

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Siqueiros San Cristóbal

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Detalle de guerrero jaguar en Historia del estado de Morelos, Conquista Revolución, Diego Rivera, 1930. Palacio de Cortés, Cuernavaca

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Eduardo Vázquez Martín, 2020

La colonización o llegada de Hernán Cortés a Vera Cruz, Diego Rivera, 1929-1950. Palacio Nacional, Ciudad de México

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Apoteosis de Cuauhtémoc, David Alfaro Siqueiros, 1950-1951. INBAL. Palacio Nacional de Bellas Artes, Ciudad de México

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Rueda, José Clemente Orozco, 1939. Hospicio Cabañas, Guadalajara, Jalisco.

Eduardo Vázquez Martín, 2020

Caballo bicéfalo, José Clemente Orozco, 1939. Hospicio Cabañas, Guadalajara, Jalisco

Eduardo Vázquez Martín, 2020

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