Traje de China Poblana
Siglo XIX-XX. Textil. Museo Casa del Alfeñique, Museos Puebla.
A partir de 1765, la Real Armada española inició una serie de viajes directos desde España a Manila, a través del Cabo de Buena Esperanza y del océano Índico, con el fin de establecer una ruta mercantil paralela. Durante este período, la corona española tuvo éxito en diversificar la economía filipina y ejerció un control mucho más estricto sobre su gobierno y sobre las industrias de construcción naval.
La guerra de Independencia de México y la captura de Acapulco por Morelos agravaron la situación de la ruta transpacífica, al punto que, en 1815, el galeón Magallanes tuvo que regresar a Manila sin su tradicional cargamento de plata. Este, sin embargo, no fue el último viaje transpacífico, pero los que le siguieron fueron perdiendo importancia..
La consumación de la Independencia de México cortó definitivamente el vínculo político con Filipinas, al tiempo que nuestro país perdía también la llave del comercio atlántico: el puerto de La Habana, en Cuba.
Sin esas fuentes de ingresos y asolado por la inestabilidad política, México dejó de participar activamente en la economía global durante la mayor parte del siglo XIX.
Con la consolidación del gobierno de Porfirio Díaz, se inició una progresiva recuperación. El primer paso en este sentido fue la firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre Japón y México en 1888. Pero no fue sino hasta 1964, en conmemoración del viaje de Legazpi-Urdaneta, que las relaciones con Filipinas se formalizaron nuevamente. A partir de entonces, México se ha integrado a diversos acuerdos internacionales de colaboración transpacífica y global.
Tres tipos del país
José Honorato Lozano, 1840. Acuarela opaca sobre papel. National Gallery Singapore.
Tres tipos del país
José Honorato Lozano, 1840. Acuarela opaca sobre papel. National Gallery Singapore.
Los viajeros europeos del siglo XIX describieron y representaron diferentes lugares del mundo desde una perspectiva romántica e idealizada, en permanente búsqueda de lo exótico. Si bien muchas de estas obras satisfacían a un interés naturalista, otras tantas respondían a una equivalente necesidad por crear catálogos identitarios de diferentes estereotipos nacionales que, de paso, condenaban los vicios, en particular, la pereza y la vagancia.
Se exhibe la obra del artista italiano Claudio Linati, Trajes civiles, militares y religiosos de México, publicado originalmente en francés en 1827, traducido al español en México hasta 1956, y Viaje pintoresco y arqueológico sobre la parte más interesante de la República Mexicana en los años transcurridos desde 1829 hasta 1834 de Carlos Nebel, publicado en París en 1836 con un prefacio de Humboldt. El estereotipo de los “tipos populares” fue rescatado por los muralistas mexicanos, para darle vida al imaginario posrevolucionario del siglo XX.
En vísperas del siglo XX, el sudeste asiático, todavía controlado en su mayor parte por cuatro imperios coloniales (hispano, francés, neerlandés y británico), vio emerger importantes movimientos nacionalistas.
De manera paralela, surgieron nuevas naciones en competencia por riquezas y territorios, que terminarían por chocar. Por un lado, Estados Unidos logró arrebatarle a España los archipiélagos de Filipinas y Guam. Tras esta derrota, España decidió abandonar el Pacífico y vender el resto de sus posesiones en la región al Imperio Alemán.
Por otro lado, Japón se modernizó siguiendo el ejemplo de las naciones europeas, y entró en conflicto con Rusia y China. Tras aliarse con la Entente durante la Primera Guerra Mundial, logró apropiarse de las concesiones alemanas en China en las negociaciones de Versalles. Estos triunfos socavaron el dominio europeo y afirmaron el poderío japonés en toda la región.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Japón se sumó a las potencias del Eje y atacó las posesiones de los Estados Unidos y las antiguas potencias europeas en la zona, logrando someter rápidamente gran parte del Pacífico asiático. En 1945, Japón fue finalmente derrotado por Estados Unidos y la Unión Soviética.
A partir de 1945, surgieron numerosos movimientos independentistas, muchos de ellos de orientación comunista. El caso de Filipinas fue, de cierta manera, el menos turbulento, en contraste con Indonesia, Malasia o Vietnam, que sufrieron repetidas intervenciones políticas y militares de sus antiguos colonizadores. Dentro de este proceso de formación nacional, es importante considerar que la diversidad cultural, con posiciones y tradiciones distintas, encontró enormes dificultades (golpes de Estado, idas y vueltas de partidos, milicias, dictadores y monarcas), para alcanzar un acuerdo y un proyecto político común.
