Exposición

Somos Pacífico

Los pueblos mesoamericanos desarrollaron un complejo sistema de rutas comerciales que integraba regiones ecológica y culturalmente diversas; cada una con características geográficas particulares y bienes de intercambio específicos. Este sistema no solo permitió el flujo de bienes de consumo —sal, algodón, cerámica, obsidiana— y de prestigio —jade, plumas, metales, turquesa—, sino también la integración económica y cultural de Mesoamérica.

Antes de los galeones

El archipiélago que hoy llamamos Filipinas formaba parte de la cultura austronesia, un espacio civilizacional que se extendía hasta Taiwán y el sudeste asiático. Estos vínculos culturales cercanos se prolongaron durante siglos y Filipinas mantuvo contacto frecuente con los primeros reinos hinduistas-budistas del sudeste asiático. A finales del siglo XIV, los musulmanes de Sumatra y la península malaya introdujeron el islam en el sur de las islas, lo que dio lugar a la formación de varios estados islámicos.

Las islas Filipinas estuvieron formadas por asentamientos autónomos conocidos como barangays, gobernados por caciques locales. Cuando los españoles llegaron en 1521, el puerto Cebú ya era un centro comercial activo. Desde el siglo X, Cebú y otros puertos costeros intercambiaban con comerciantes chinos, indios y del sudeste asiático. Para el siglo XIII, la gran isla de Luzón albergaba tres grandes ciudades-Estado que dominaban la desembocadura del río Pasig. La más importante de ellas, Maynila, fue conquistada por los españoles en 1571 dando origen a Manila, capital de la Capitanía General de Filipinas, entidad política de la Nueva España, financiada desde la Ciudad de México.

 


Urna funeraria Siglos VIII-XIX. Caliza. Asian Civilisations Museum.

Los bergantines de Texcoco

La batalla por México-Tenochtitlán fue naval. Al inicio de su campaña, Hernán Cortés dio al través los navíos que le habían traído desde Cuba y, cuando fue acogido por el emperador Moctezuma, empleó sus herrajes en la construcción de cuatro bergantines experimentales que navegaron en el Lago de Texcoco.

Cuando los españoles fueron derrotados y expulsados de la capital mexica, Cortés reagrupó sus pequeñas fuerzas junto a los enormes ejércitos de sus aliados de Cempoala, Cholula, Tlaxcala, y otros señoríos indígenas. Martín López, constructor de Cortés, recibió ayuda, sobre todo tlaxcalteca, para desarmar y llevar pieza por pieza trece bergantines hasta el lago de Texcoco, donde fueron reconstruidos y reflotados para tomar parte en el asedio naval contra México-Tenochtitlán.

 

Estos bergantines tenían una configuración semejante, pero no exactamente igual, a las galeras de guerra del Mar Mediterráneo, con seis remeros por banda, velamen y artillería situada en la proa, y podían transportar ballesteros, arcabuceros y otros soldados.

Solamente el llamado “El Busca Ruido” se perdió en combate, mientras que los demás decayeron lentamente en las atarazanas de la nueva Ciudad de México.

Durante décadas, su constructor mantuvo pleitos legales contra Cortés, por haber adelantado el dinero para esas obras. Gracias a estos juicios podemos conocer las características técnicas de aquellos buques.

 


Jarra con vertedera
Cultura maya, Protoclásico (100-250 d.C), barro. INAH, Museo Nacional de Antropología.

 


Tapa de incensario con forma de Perro de Fo. Galeón de Manila
Cultura china, Dinastía Ming, bronce. INAH, Subdirección de Arqueología Subacuática.

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