Exposición

Misión Hasekura

 


Armadura japonesa
Autor no identificado. Principios siglo XIX, Periodo Edo.
Metal laca. Colección particular.

 

La misión diplomática del noble samurái Hasekura Tsunenaga, conocida como Embajada Keichō, fue una delegación japonesa enviada a la Nueva España por Date Masamune, daimyo de Sendai, entre 1613 y 1620.

Tenía como objetivo establecer relaciones comerciales entre los puertos japoneses y Acapulco, y transferir tecnología para la extracción de la plata con el método novohispano de “beneficio de patio”. La expedición, compuesta por más de 150 personas, partió de Japón a bordo del navío San Juan Bautista; un barco construido especialmente para esa misión siguiendo diseños hispanos.

En enero de 1614, tras cruzar el Pacífico, llegó a Acapulco; se trasladó a Cuernavaca y de ahí a la Ciudad de México, donde Hasekura sostuvo entrevistas con el Virrey y el Obispo de México. Varios de los japoneses que viajaban en la misión se bautizaron en el convento de San Francisco.


La Embajada continuó su viaje pasando por Puebla, Veracruz y La Habana, para cruzar el Atlántico y llegar a España en 1615. Allí fueron recibidos por el rey Felipe III, en Madrid, y posteriormente por el Papa Pablo V, en Roma. Aunque los objetivos de la misión no se alcanzaron, su hazaña representa el primer intento por conectar al Japón con la Nueva España, a través de una ruta similar a la del Galeón de Acapulco-Manila. Hasekura Tsunenaga retornó a México en 1617, y finalmente a Japón en 1620.

El noble indígena novohispano Domingo Chimalpahin registró en su diario la descripción de los extranjeros al llegar a la Ciudad de México: Y así sólo venían ataviados, como ellos andan, como allá se atavían en su casa, así como con una toga que se ponían, y con un ceñidor sobre ella. Su cabello ataba en el lugar de su nuca.

 

Mártires de Nagasaki

Los comerciantes portugueses intentaron enseñar su fe a los japoneses, quienes, celosos de su espiritualidad, no aceptaban las imposiciones del Viejo Continente. Los misioneros españoles solicitaron permiso para fundar la primera misión católica en Japón; sin embargo, los cambios de autoridades locales crearon un ambiente tenso para emprender la evangelización que concluyó con la crucifixión de 26 misioneros franciscanos, jesuitas y japoneses conversos, el 5 de febrero de 1597 en la ciudad de Nagasaki.

 

Entre los mártires se encontraba Felipe de las Casas y Martín, un joven criollo nacido en la Ciudad de México, que apenas había ingresado a la orden franciscana. El hecho conmovió a la sociedad novohispana. En 1627, los mártires fueron beatificados y Felipe de Jesús se convirtió en símbolo de la capacidad de la tierra americana para dar santos. Rápidamente el culto al mártir creció y su leyenda fortaleció la fe de los novohispanos, quienes pronto lo nombraron patrono de la capital de la Nueva España.

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